Los gemelos García
- La Contratapa Literaria
- Jan 12, 2020
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Por Deborah Silva Castillo

En la universidad, los hermanos Mark y Lucas García tenían una particular vida. Eran gemelos, Mark mayor que Lucas por unos minutos, y siempre se diferenciaron por el color de cabello. Mark solía teñirlo de diferentes colores, mientras Lucas conservaba el negro natural. Este año Mark decidió por un color ojo vivo, su color favorito. Lucas siempre destacó por sus modelas y carisma, mientras Mark, en su extroverida personalidad, era más aventurero y un "loco", según sus amigos.
Esto sucedió en el segundo año de la carrera, cuando los gemelos tuvierons u primera disputa por una muchacha, no era que ambos estaban enamorados de la misma, Lucas era abiertamente homosexual, pero la joven se interesó en él. Mientras Mark trataba de conseguir su atención a toda costa. Los meses pasaban y la situación no cambiaba. Mark se reunió una noche con su hermano, en la pensión universitaria que compartían, para hablarle del tema, por primera vez, con la seriedad que el asunto demandaba.
— Tienes que ayudarme —dijo Mark, tomando asiento en la cama de él, frente a su hermano.
— No tengo idea de cómo hacerlo.
— ¡Pero ella se enamoró de ti!—Exaltado, se puso de pie.
— Y yo no hice nada para que eso sucediera, entonces, no puedo ayudarte—dijo con hartazgo, Lucas.
— ¿Nunca te dijo nada de mí?—Le preguntó volviendo a sentarse en la cama.
— Que eres un idiota.
— ¡Lucas!
— Estoy siendo sincero. Si quieres que se fije en ti, cambia.
— Somos iguales.
— No. —Respondió Lucas, con rencor.
— Te lo probraré—retó Mark a su hermano.
Nadie podría imaginar lo que esas simples palabras podrían significar. Inocentes a simple visa; pero Mark comenzó a elaborar un plan casi macabro. Inició faltando a clases y no se presentaba en la pensión llegada la noche. Lucas comenzó a preocupar por su hermano que no le contestaba el teléfono. Hasta que luego de tres días apareció. Se excusó con que viajó a ver a un amigo enfermo, pero Lucas, con quien compartía la vida y amigos, nunca le creyó. No se lo dijo, pero un día, cuando las vacaciones de invieron llegaron, le pidió que viajaran a a ver a ese amigo enfermo. Lucas aceptó, sólo tenían dos semanas.
Las dos semanas pasarón rápido, pronto toó volver a clase. Y sólo se presentó uno de los gemelos, Lucas, justificando que su hermano decidió dejar los estudios ese año. Lo notaron un poco extraño, las primeras semanas, pero decía era por no tener a su fiel compañante. Algo extraño, también, fue su interés por esa chica que moría y vivía por él. Al cabo de un mes comenzarón una relación que sorprendió a todos, (bisexual, dijo).
Por último, Lucas no regresó a la pensión, sino que iba a una casita algo alejada de la ciudad universiataria. Quien fue el interés romántico de Lucas antes de vacaciones no se convencía de los cambios en él. Lo siguió hasta su nueva vivienda con intenciones de hablar con él. Y lo que encontró lo dejó con el corazón en la boca...
En lo que parecía un granero, salía Lucas con un plato vacío y sin mucho apuro, cuando lo vio no se asustó, al contrario, le sonrió. El joven pensó que se encontró con el chico que amaba y fue hasta donde estaba, pero éste entró a la casa por la puerta de atrás. El granero estaba abierto. La curiosidad le ganó y entró. Era un lugar frío, no había animales, el aura era simplemente terrorifica.
Escuchó el ruido de unas cadenas, pensó que era un animal, pero sus ojos no podían creer lo que vio. Ese era Lucas, demasiado delgado, amarrado con esa cadena a un pie, en un estado totalmente abandonado y, por lo visto, torturado. Apenas lo miraba sin decir nada. Se acercó todavía en shock y los ojos de Lucas se abrieron en muestra del susto que su alma consumía.
Giró y Mark, con una sonrisa tan similar a aquella que amaba, le disparó directo a la cabeza. Lucas inmediatamente comenzó a llorar, trataba de sostener el cuerpo de su amado entre sus brazos y la sangre caía por todo el lugar. Mark, como si no hubiera pasado nada, se encaminó hacia la puerta escondiendo el arma apenas.
— ¡No te saldrás con la tuya, Mark!—Gritó apenas con todas sus fuerzas.
— Te lo demostraré.
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